Relieve
Extremadura reparte su territorio entre dos grandes cuencas hidrográficas, la del Tajo (Cáceres) y la del Guadiana (Badajoz) y tres cadenas montañosas paralelas: el Sistema Central, las Sierras Centrales Extremeñas y Sierra Morena. En la mayor parte de la región aflora el zócalo paleozoico aunque existen depresiones interiores más o menos grandes que acumulan arcillas y arenas del Terciario. La omnipresencia del granito y la pizarra obliga a los ríos a encajarse profundamente en el terreno. Las sierras interiores tienen un claro carácter apalachense, que es el tipo de relieve que predomina en las montañas de Extremadura.
A pesar de la aparente homogeneidad de su geografía Extremadura posee gran variedad ecológica. Las mayores elevaciones se encuentran en El Sistema Central: Calvitero (2.404 m), El torreón (2.401 m), Canchal de Ballesteros (2.342 m), El Turmal (2.338), La Nijarra (2.214) todos ellos en el Valle del Jerte, Peludillo (2.250 m), Alto del Horco (2.162 m), Mesas Altas (2.070 m) y Peña Negra (1.637 m). En Las Villuercas se alcanzan los 1.601 m.
El Sistema Central es una antigua cordillera herciniana reactivada durante la orogenia alpina. Se trata de un conjunto de fallas y bloques elevados y hundidos. En Extremadura se desarrollan las sierras y valles de la vertiente suroccidental: Sierra de Gata, Las Hurdes, Montes de Tras la Sierra-Valle del Jerte, La Vera y la depresión del Tajo, con los valles del Tiétar, Alagón y Arrago. En este conjunto distinguimos cinco paisajes con personalidad propia: Gata, desde la sierra de Malvana en la frontera con Portugal hasta Las Hurdes. Las Hurdes, entre Puerto Viejo y el Alagón. El Alagón, entre Riomalo y el Puerto de Baños. El valle del Jerte, entre la sierra de Candelario y la sierra de Tormantos-Gredos. Y La Vera, entre la sierra de Tormantos y el Tiétar; es la vertiente sur de la sierra de Gredos.
Sobre el valle del Tajo se asientan una serie de cuencas sedimentarias, topográficamente más deprimidas que la penillanura y recubiertas por sedimentos por los ríos de la región. La más occidental es la de la vega de Moraleja, a los pies de la sierra de Gata y regado por el río Arrago a la altura de embalse de Borbollón. La vega de Coria-Galisteo se encuentra a continuación, sobre el río Alagón. Hacia el nordeste encontramos las vegas de Granadilla, hoy ocupadas por el embalse de Gabriel y Galán. Por último encontramos la cuenca del valle del Tiétar y Campo Arañuelo, la más grande, limitada por el escalón de La Vera y el propio Tajo, al sur de Gredos.
En el centro del país aparece la penillanura, el zócalo paleozoico que es el soporte de todo el relieve. Se trata de una región llana, suavemente ondulada pero con los ríos profundamente encajados. En la penillanura central distinguimos dos sectores: los Llanos del Salor, al oeste sobre el curso del Tajo, y las Tierras de Cáceres y Trujillo en el centro a la izquierda del Tajo. Aparecen todos los tipos de formas de relieve sobre rocas metamórficas: berrocales, bolos, torres, rocas caballeras, tors, dorso de ballena, etc.
Las Sierras Centrales Extremeñas son, en realidad, las estribaciones más occidentales de los Montes de Toledo. Hacen de divisoria entre el Tajo y el Guadiana. Se trata de antiguos pliegues que fueron recubiertos por sedimentos y más tarde exhumados de nuevo, por lo que forman un típico relieve apalachense. Distinguimos tres conjuntos: Las Villuercas, Montánchez y San Pedro. Las Villuercas están formados por una serie de sierras de dirección noroeste-sureste y que llegan hasta Monfragüe en el Tajo. Su límite oriental es la sierra de Altamira que hace de frontera con Toledo. Montánchez se sitúa en el centro de la región entre las sierras de Guadalupe y San Pedro. La Sierra de San Pedro es la más occidental. Está formada por multitud de pequeñas sierras paralelas de altitudes similares. Montánchez y San Pedro tienen una dirección general de este a oeste.
Sobre el valle del Guadiana se asientan una serie de depresiones recubiertas de sedimentos, pero que tienen mayor continuidad y extensión que en el Tajo. Las Vegas del Guadiana, en torno a Mérida, en las que se distinguen la Vega Alta, en torno a Don Benito y la Vega Baja, entre Mérida y Badajoz. Hacia Portugal aparece de nuevo la penillanura, el Guadiana adopta una dirección norte-sur y las vegas se prologan por los Llanos de Olivenza.
La penillanura vuelve a cobrar protagonismo en el sur de la región. Vuelve a ser una región llana, suavemente ondulada pero con los ríos profundamente encajados, pero con pequeñas depresiones colmatadas por arcillas y arenas, y pequeñas sierras de tipo apalachense. Se distinguen tres comarcas: Tierra de Barros, un sector ligeramente deprimido recubierto de arcillas en torno a Almendralejo; La Serena, entre el río Zújar y el río Guadamez, un amplio glacis que pone en contacto la penillanura extremeña con la manchega y el valle de Alcudia; y Sierra Morena, una flexión de la penillanura que da paso al valle del Guadalquivir, en donde resaltan múltiples sierras de escasa altitud.